El otro día tuve que resolver un problema un poco absurdo con un cable especial de Ethernet de 30 metros y Categoría 6 que tengo por casa. Resulta que de tanto ponerlo y quitarlo se rompió una de las pestañas de plástico de uno de los conectores.
Aunque todo funcionaba, la conexión de red a la fibra empezó a fallar misteriosamente y a veces, aunque funcionaba, estaba muy lejos de los 1.000 Mbps que tengo contratados, del orden de 100 o incluso 10 Mbps. A veces ibas más rápido por wifi que con el cable conectado. El montaje era muy sencillo Fibra → Router → adaptador Ethernet USB–C → Ordenador.
El diagnóstico fue que el cable fallaba; el conector en cuestión se soltaba poco a poco al no tener retención y acaba desconectándose.
Encontré por ahí una solución que es más de baja tecnología que hacer fuego con palos y piedras, pero que funciona y te saca de un apuro. Consiste en utilizar un palillo como lengüeta artificial, aunque en algunos sitios también se recomienda un papel doblado.
Es simplemente cuestión de colocar el palillo o papel en donde va la pestaña, al lado opuesto de los conectores de cobre, y entonces apretar el conector. Opcionalmente puedes cortar la parte del palillo que sobra. Esto proporciona agarre pero también un poco de flexibilidad. Como solución que no guarrea mucho, no requiere enrollar los cables con cinta que luego se queda pegajosa y esas cosas, supongo que va bien.
Tras el arreglo la velocidad del test de la fibra subió «mágicamente» ×10 a valores más normales: unos 900 MB de los 1.000 contratados. Así que supongo que el palillo salvador merece una condecoración.
Con un poco de suerte esta solución de baja tecnología y bajo coste durará más tiempo y la conexión no perderá brío ni potencia (que para algo el cable es Cat.6). Al menos como solución temporal funciona estupendamente hasta que consigues otro cable u otro conector que puedas crimpar pacientemente si tienes la herramienta adecuada.
Este artículo se publicó originalmente en Tecvolución, el blog de Volvo en el que colaboramos desde hace una década, dedicado a las tendencias tecnológicas aplicadas al futuro de los coches, la sostenibilidad, la innovación y el ocio digital.
El incómodo mareo que a veces sufrimos al viajar en coche es algo realmente peculiar. La ciencia no tiene una explicación definitiva sobre por qué se produce, aunque se conocen muchos factores que lo propician – algunos incluso genéticos. También se sabe que del mismo modo que afecta a algunas personas (se cree que hasta al 70% de la población en algún momento de su vida) afectará a todavía más personas todavía cuando se generalice el uso de los coches autónomos.
Curiosamente, Aunque existen diversos medicamentos para minimizar este padecimiento, no está muy clara su utilidad: en la mayor parte se consideran simples placebos. Por suerte científicos e ingenieros siguen investigando tecnologías que intentan minimizar la posibilidad de que los ocupantes de un coche se mareen.
Contradicciones de la percepción
Más o menos todas las explicaciones coinciden en que el mareo –técnicamente llamado cinetosis– tiene que ver con algo que se produce cuando hay una contradicción en nuestro cerebro entre la percepción visual y la percepción del movimiento, o incluso en la innata tendencia de nuestro cuerpo de intentar mantener el equilibrio en cualquier circunstancia. Cuando todo esto entra en conflicto (nos movemos pero no vemos bien qué sucede en el exterior, hay movimientos bruscos e impredecibles o parece que nos movemos sin que realmente haya desplazamiento) surgen los síntomas de la cinetosis: escalofríos, sudores o incluso nauseas. Tampoco está muy claro el porqué de esos síntomas exactamente: ¿por qué no dolor de cabeza o de oído? (el sentido del equilibro se localiza en el oído interno).
Sea como sea, hay algunas cosas que sí sabemos proceden de la experiencia cotidiana y las estadísticas: los niños son más propensos que los adultos al mareo; también más las mujeres que los hombres, y los asiáticos que los europeos. En un coche lo más probable es marearse al viajar en los asientos traseros (que es desde donde menos se ve el exterior), aunque a veces también se marea quien «copilota». Es casi imposible marearse siendo el conductor; se cree que porque además de tener la mejor visión del paisaje se toma parte activa en el control del vehículo y se puede por tanto predecir sus movimientos con anticipación.
Además de eso es muy normal marearse en barco, pero menos en avión y casi imposible en tren o en metro – que por otro lado suelen seguir trayectorias más rectas y menos bruscas. Dormir durante el viaje es un gran remedio para no sufrir cinetosis, pero leyendo un libro (o la tableta, o el móvil) es mucho más probable sufrir la incómoda sensación. De los astronautas que han subido a la Estación Espacial Internacional casi el 60% han sufrido mareos al poco de llegar. Cosas de la ingravidez, quizá.
Y… ¿cuando no tengamos que conducir?
En los coches completamente autónomos los conductores no tendrán que ir en el futuro atentos a la carretera y podrán ir haciendo otras cosas – incluso se han visto modelos con diseños de mesas, asientos girables, reclinables… ¿Qué sucederá entonces? Los estudios dicen que esto hará que alrededor del 10% de los ocupantes sufran mareos habitualmente, cifra que podría aumentar otro 10% «de manera ocasional». Unas cifras más elevada que la de los coches actuales y que como en el caso de otras tecnologías que afectan a nuestros sentidos (la realidad virtual inmersiva, por ejemplo) es difícil todavía evaluar con todas sus consecuencias.
En cuanto a las tecnologías para evitar la cinetosis hay empresas como ClearMotion trabajando en el desarrollo de sistemas de amortiguación electrohidráulicos de actuación rápida, capaces de minimizar –literalmente en milisegundos– los movimientos inesperados cuando en la carretera aparecen baches o irregularidades. También trabajan en un proyecto específico para reducir la sensación de mareo cuando los ocupantes del vehículo viajan con los asientos girados hacia atrás.
Otras soluciones tecnológicas sobre las que han trabajado otras empresas y organizaciones como la NASA son gafas estroboscópicas de luces parpadeantes apenas perceptibles o gafas como las de realidad virtual que «congelan» los fotogramas durante unos milisegundos para reducir el efecto del movimiento. Tanto esto como la utilización de música relajante pueden ser técnicas alternativas para evitar que quienes están viajando se vean afectados por el molesto problema, tan antiguo como la historia de los viajes.
Este gadget llamado VBT10 combina las funciones de un reloj clásico con la interfaz visual de una barra de progreso. De modo que puedes marcar los minutos y segundos que quieres controlar y la barra irá aumentando de forma acorde.
En cierto modo es una visualización un poco analógica y física, aunque el chisme sea totalmente digital. Tiene modo de cuenta atrás y cuenta adelante, y un «modo ciclo» que se repite sin fin, para quienes usen la técnica Pomodoro.
El pequeño reloj / cronómetro / barra funciona alimentado por dos pilas AAA y apenas pesa; además lleva un imán para pegarlo a cualquier superficie de hierro.
Su precio al cambio son unos 18,40€ pero como se envía desde Japón vete a saber por cuánto sale (si es que el envío es factible). Nos quedamos con la idea, que resulta muy original.
(Vía Core77, donde advierten de la rareza de que la barra se rellena «de derecha a izquierda» porque en Japón leen al revés que en Europa).
Microsoft cumple 50 años [~19:30] – En esta ocasión coincidía tan bien la fecha que no pudimos menos que hablar un rato del cumpleaños de esa «pequeña» empresa que lleva buena parte de esas cinco décadas en la cresta de la ola en el campo de la informática.
Fue fundada por Paul Allen y Bill Gates, pero sin respeto alguno a los cánones, no lo hicieron en un garaje.
Su primer producto, el Altair BASIC, fue un éxito entre aquellas personas a quien podía interesarle usarlo. Pero lo de las ventas ya tal. De hecho Bill Gates llegó a publicar una carta pidiendo que no lo copiaran.
Pero eso ayudó a que cuando IBM buscaba un sistema operativo para su Modelo 5150 consiguieran firmar un muy ventajoso acuerdo para que cada PC de la marca llevara una copia de PC DOSpor la que Microsoft cobraba.
Luego vinieron las varias versiones de Windows que han seguido sacando al mercado. Unas mejores, otras peores, como el horroroso Windows Vista, pero todas haciendo caja.
Incluso llegaron a dominar, aunque llegaron tarde, la web. Aún me traen escalofríos aquellas webs optimizadas para Microsoft Explorer a 800×600.
Claro que no siempre acertaron, como lo demuestran sus intentos fallidos de entrar en el segmento de los móviles con Windows Mobile y sus sucesores o de los reproductores de música con el infausto Zune.
De todas formas casi lo más sorprendente ha sido la transformación de Bill Gates, quien lleva años retirado del día a día de la empresa. De un súper villano ha pasado a ser alguien la mar de amable. Claro que también nos ponen fácil esta dulcificación de su imagen lo realmente malos que se están mostrando algunos CEO actuales.